Arrugan como bandoneón
La renuncia de Martín Losteau le ha dejado al kirchnerismo un beneficio secundario. En pocas horas, el ex funcionario pasó a ser responsable de todos los fracasos del gobierno. Así, el decreto de las retenciones móviles, que había sido proclamado como "la esencia de la política redistributiva", pasó a convertirse en "el capricho de un joven inexperto". El oficialismo se apresta a recular ante las exigencias del frente patronal agrario. Según La Nación (28/4), "nadie intenta negar en el gobierno que se harán modificaciones" a las retenciones móviles a la soja. En el paquete ingresa también la liberación de las exportaciones de carne, a sabiendas de que los trece "cortes populares", que no se exportan, duran un suspiro en las góndolas de los supermercados. En relación con el trigo y la leche, el gobierno está dispuesto a elevarles los precios, compensando con la caja del Estado a los molinos harineros y a los pulpos lácteos.
El capital agrario se llevará, todavía, una yapa: la devaluación "organizada" de la moneda nacional.
Las idas y venidas en torno de esta retirada "nacional y popular" revelan una crisis política que ya ha dislocado el arco que sostiene al gobierno.
Minicanje y ajusteEn la cuenta de Lousteau también han cargado otro fracaso: la tentativa de canjear una parte de la deuda pública por títulos cuyos vencimientos se extiendan en el tiempo. El anticipo que había realizado Lousteau en el exterior terminó en un derrumbe de los títulos públicos de Argentina y en una nueva suba del "riesgo país". "Argentina no tiene financiamiento externo", se quejaba Ambito Financiero.
Ante este panorama, el gobierno debería sobrevivir con "recursos locales". Así, la Anses le presta al 8% en pesos, lo cual castiga a los jubilados con una diferencia de casi 20 puntos, ante una inflación de más del 25%. Los planes oficiales prevén un aumento de tarifas de luz y de gas que sin embargo no alcanzará para satisfacer el reclamo de los pulpos energéticos. Después del fracaso del canje, lo que queda en pie son esos tarifazos y, seguramente, las "subejecuciones" en todas las áreas sociales de la administración nacional. El aumento de tarifas está presente, también, en el salvataje que Kirchner está urdiendo para los vaciadores de Aerolíneas.
"Enfriamiento a lo Kirchner"A la luz del paquete de concesiones al capital agrario, queda claro que algo parecido sucederá con las promesas de que "no habrá enfriamiento" de la economía. La inflación galopante corroe todos los estratos del consumo y golpea duramente a las franjas más empobrecidas. La población por debajo de la línea de pobreza "volvió a superar el 30%" (consultora SEL). El aumento de la canasta alimentaria ha creado una "nueva pobreza, que está afectando a personas que no están excluidas del mercado laboral" (La Nación, 28/4).
Por la vía de la inflación, el gobierno está llegando a un parate de la economía. Entre los postulantes a reemplazar a Lousteau, la camarilla kirchnerista sondeó nada menos que a Carlos Melconian, el macrista que Menem habría llevado al Ministerio de Economía en 2003. De Vido le pidió "ideas para encarrilar la inflación" (Clarín, 24/4), a sabiendas, naturalmente, de lo que iba a escuchar. La "desaceleración" es un arma contra la clase obrera.Un horizonte de luchas y crisis políticasLa oposición patronal - y algunos izquierdistas cada vez más pegados a ella- sólo ven en la crisis de gabinete el "triunfo de los gurkas", en alusión a Néstor Kirchner, a Moreno o a De Vido. Pero estos ‘gurkas' van a la capitulación ante el capital agrario y financiero.
Un "acuerdo" le podrá servir al gobierno para levantar o postergar otro lock-out de la patronal agraria o, incluso, para llegar a la ceremonia del 25 de mayo uniendo, en un mismo palco, a la patronal agraria, a la Unión Industrial, a los popes de los bancos y a la burocracia sindical. Pero eso ocurrirá a costa de los trabajadores.
La retirada de la "burguesía nacional" ante la "puta oligarquía" deja varios deudos. Desde los D'Elía y Pérsico hasta los sociólogos de la UBA que cerraron filas con el kirchnerismo en nombre de la lucha "contra el golpismo". Los "golpistas" ya están sentados con los "nacionales", discutiendo cómo le endosan la factura al pueblo.
La desorganización económica ha dejado maltrechos los techos salariales pactados por Moyano o por Yasky hace tan sólo dos meses. Pero un lugarteniente de Moyano, el "taxista" Viviani, acaba de declarar que la "inflación no es para alarmarse".
La crisis abierta exige, más que nunca, que la clase obrera se exprese con una voz propia: que se reabran las paritarias ahora, con delegados electos por la base; por un salario igual a la canasta familiar -hoy en 3.200 pesos- y la indexación mensual de los salarios; apertura de los libros de los monopolios alimenticios; control obrero y popular sobre sus precios. La única salida popular es de izquierda, obrera y socialista.
La renuncia de Martín Losteau le ha dejado al kirchnerismo un beneficio secundario. En pocas horas, el ex funcionario pasó a ser responsable de todos los fracasos del gobierno. Así, el decreto de las retenciones móviles, que había sido proclamado como "la esencia de la política redistributiva", pasó a convertirse en "el capricho de un joven inexperto". El oficialismo se apresta a recular ante las exigencias del frente patronal agrario. Según La Nación (28/4), "nadie intenta negar en el gobierno que se harán modificaciones" a las retenciones móviles a la soja. En el paquete ingresa también la liberación de las exportaciones de carne, a sabiendas de que los trece "cortes populares", que no se exportan, duran un suspiro en las góndolas de los supermercados. En relación con el trigo y la leche, el gobierno está dispuesto a elevarles los precios, compensando con la caja del Estado a los molinos harineros y a los pulpos lácteos.
El capital agrario se llevará, todavía, una yapa: la devaluación "organizada" de la moneda nacional.
Las idas y venidas en torno de esta retirada "nacional y popular" revelan una crisis política que ya ha dislocado el arco que sostiene al gobierno.
Minicanje y ajusteEn la cuenta de Lousteau también han cargado otro fracaso: la tentativa de canjear una parte de la deuda pública por títulos cuyos vencimientos se extiendan en el tiempo. El anticipo que había realizado Lousteau en el exterior terminó en un derrumbe de los títulos públicos de Argentina y en una nueva suba del "riesgo país". "Argentina no tiene financiamiento externo", se quejaba Ambito Financiero.
Ante este panorama, el gobierno debería sobrevivir con "recursos locales". Así, la Anses le presta al 8% en pesos, lo cual castiga a los jubilados con una diferencia de casi 20 puntos, ante una inflación de más del 25%. Los planes oficiales prevén un aumento de tarifas de luz y de gas que sin embargo no alcanzará para satisfacer el reclamo de los pulpos energéticos. Después del fracaso del canje, lo que queda en pie son esos tarifazos y, seguramente, las "subejecuciones" en todas las áreas sociales de la administración nacional. El aumento de tarifas está presente, también, en el salvataje que Kirchner está urdiendo para los vaciadores de Aerolíneas.
"Enfriamiento a lo Kirchner"A la luz del paquete de concesiones al capital agrario, queda claro que algo parecido sucederá con las promesas de que "no habrá enfriamiento" de la economía. La inflación galopante corroe todos los estratos del consumo y golpea duramente a las franjas más empobrecidas. La población por debajo de la línea de pobreza "volvió a superar el 30%" (consultora SEL). El aumento de la canasta alimentaria ha creado una "nueva pobreza, que está afectando a personas que no están excluidas del mercado laboral" (La Nación, 28/4).
Por la vía de la inflación, el gobierno está llegando a un parate de la economía. Entre los postulantes a reemplazar a Lousteau, la camarilla kirchnerista sondeó nada menos que a Carlos Melconian, el macrista que Menem habría llevado al Ministerio de Economía en 2003. De Vido le pidió "ideas para encarrilar la inflación" (Clarín, 24/4), a sabiendas, naturalmente, de lo que iba a escuchar. La "desaceleración" es un arma contra la clase obrera.Un horizonte de luchas y crisis políticasLa oposición patronal - y algunos izquierdistas cada vez más pegados a ella- sólo ven en la crisis de gabinete el "triunfo de los gurkas", en alusión a Néstor Kirchner, a Moreno o a De Vido. Pero estos ‘gurkas' van a la capitulación ante el capital agrario y financiero.
Un "acuerdo" le podrá servir al gobierno para levantar o postergar otro lock-out de la patronal agraria o, incluso, para llegar a la ceremonia del 25 de mayo uniendo, en un mismo palco, a la patronal agraria, a la Unión Industrial, a los popes de los bancos y a la burocracia sindical. Pero eso ocurrirá a costa de los trabajadores.
La retirada de la "burguesía nacional" ante la "puta oligarquía" deja varios deudos. Desde los D'Elía y Pérsico hasta los sociólogos de la UBA que cerraron filas con el kirchnerismo en nombre de la lucha "contra el golpismo". Los "golpistas" ya están sentados con los "nacionales", discutiendo cómo le endosan la factura al pueblo.
La desorganización económica ha dejado maltrechos los techos salariales pactados por Moyano o por Yasky hace tan sólo dos meses. Pero un lugarteniente de Moyano, el "taxista" Viviani, acaba de declarar que la "inflación no es para alarmarse".
La crisis abierta exige, más que nunca, que la clase obrera se exprese con una voz propia: que se reabran las paritarias ahora, con delegados electos por la base; por un salario igual a la canasta familiar -hoy en 3.200 pesos- y la indexación mensual de los salarios; apertura de los libros de los monopolios alimenticios; control obrero y popular sobre sus precios. La única salida popular es de izquierda, obrera y socialista.
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