Las fuerzas de ocupación en Haití asesinan hambrientos
"Los Cascos Azules de las Naciones Unidas (Minustah) respondieron cruelmente, de la forma en que lo hacen siempre contra las manifestaciones pacíficas o de protesta. Dispararon y mataron por lo menos a cinco haitianos, hirieron a muchos otros y eso sólo en el centro de Puerto Príncipe" (Lensman, Stephen; "El hambre invade Haití y el mundo", en www.aporrea.org, 28/4).
Ocurrió el 18 de abril pasado, cuando una masiva revuelta de hambre fue reprimida por las fuerzas de ocupación de la ONU, integradas por tropas de Brasil, Argentina, Uruguay, Chile y Bolivia, entre otros.
El mismo informe añade: "En Les Cayes (la tercera ciudad del país), en el suroeste, los manifestantes asaltaron e intentaron incendiar las oficinas del Minustah... Otros hicieron barricadas en las calles, buscaron comida y gritaron ‘fin al alto costo de la vida'. Protestas similares se sucedieron en todo el país: en ciudades del norte, como Cap-Haitien y Gonaives; Jacmel, en el sur; Jeremie, en el suroeste, donde se informó de al menos dos muertos; y en ciudades más pequeñas como Petit Goave, Miragoane, Aquín, Availlon, Sant-Jean du Sud, Leogane, Viclet, Anse-a-Veau y Simon". De modo que, esta vez, los soldados argentinos, apostados en el sur del país, tomaron parte directa en la represión a los hambrientos.
El año pasado, soldados de Lula atacaron con tanques y aviones Cité Soleil (Ciudad del Sol) y produjeron una masacre. Cité Soleil era (es) un reducto activo de los partidarios del ex presidente Jean-Bernard Aristide. Tal es la función de la "misión de paz" que, por cuenta de la Casa Blanca, han enviado allí los "progresistas" latinoamericanos, los "nacionales y populares".
Mientras el sostenimiento de las tropas invasoras cuesta 500 millones de dólares anuales y el Banco Mundial asigna una ridícula "ayuda humanitaria" de apenas un millón, el hambre haitiano encuentra un único alivio, paradójicamente, en las partidas de alimentos enviadas allí por Venezuela y Cuba -países que, por supuesto, no tienen soldados en ese país.
Las galletas de barro
Haití integra la lista de 33 países de América latina, Asia y África donde se esperan en lo inmediato rebeliones populares contra el hambre: "La crisis haitiana es tan extrema que ha forzado a la gente a comer, no alimentos sino galletas de barro, llamadas ‘pica', para aliviar el hambre. Es un desesperado remedo haitiano hecho de barro seco amarillo, procedente de la meseta central del país" (ídem anterior).
Sin embargo, aun esas "galletas" las consumen sólo quienes pueden permitírselas, porque no son gratis. Cien galletas de barro cuestan 5 pesos haitianos (5 céntimos cada una) y el salario mínimo oficial del país es 1,80 por día (unos 12 céntimos la hora), de modo que se deben trabajar casi tres días para comprar cien de galletas de barro. Además hay que tener en cuenta que el desempleo afecta a las dos terceras partes de la población económicamente activa del país, gente que sobrevive como puede (o no puede) con trabajos esporádicos.
Es obligatorio que el pueblo trabajador argentino -como el de Brasil, Uruguay, Chile y Bolivia- exija el inmediato retiro de las tropas de ocupación.
"Los Cascos Azules de las Naciones Unidas (Minustah) respondieron cruelmente, de la forma en que lo hacen siempre contra las manifestaciones pacíficas o de protesta. Dispararon y mataron por lo menos a cinco haitianos, hirieron a muchos otros y eso sólo en el centro de Puerto Príncipe" (Lensman, Stephen; "El hambre invade Haití y el mundo", en www.aporrea.org, 28/4).
Ocurrió el 18 de abril pasado, cuando una masiva revuelta de hambre fue reprimida por las fuerzas de ocupación de la ONU, integradas por tropas de Brasil, Argentina, Uruguay, Chile y Bolivia, entre otros.
El mismo informe añade: "En Les Cayes (la tercera ciudad del país), en el suroeste, los manifestantes asaltaron e intentaron incendiar las oficinas del Minustah... Otros hicieron barricadas en las calles, buscaron comida y gritaron ‘fin al alto costo de la vida'. Protestas similares se sucedieron en todo el país: en ciudades del norte, como Cap-Haitien y Gonaives; Jacmel, en el sur; Jeremie, en el suroeste, donde se informó de al menos dos muertos; y en ciudades más pequeñas como Petit Goave, Miragoane, Aquín, Availlon, Sant-Jean du Sud, Leogane, Viclet, Anse-a-Veau y Simon". De modo que, esta vez, los soldados argentinos, apostados en el sur del país, tomaron parte directa en la represión a los hambrientos.
El año pasado, soldados de Lula atacaron con tanques y aviones Cité Soleil (Ciudad del Sol) y produjeron una masacre. Cité Soleil era (es) un reducto activo de los partidarios del ex presidente Jean-Bernard Aristide. Tal es la función de la "misión de paz" que, por cuenta de la Casa Blanca, han enviado allí los "progresistas" latinoamericanos, los "nacionales y populares".
Mientras el sostenimiento de las tropas invasoras cuesta 500 millones de dólares anuales y el Banco Mundial asigna una ridícula "ayuda humanitaria" de apenas un millón, el hambre haitiano encuentra un único alivio, paradójicamente, en las partidas de alimentos enviadas allí por Venezuela y Cuba -países que, por supuesto, no tienen soldados en ese país.
Las galletas de barro
Haití integra la lista de 33 países de América latina, Asia y África donde se esperan en lo inmediato rebeliones populares contra el hambre: "La crisis haitiana es tan extrema que ha forzado a la gente a comer, no alimentos sino galletas de barro, llamadas ‘pica', para aliviar el hambre. Es un desesperado remedo haitiano hecho de barro seco amarillo, procedente de la meseta central del país" (ídem anterior).
Sin embargo, aun esas "galletas" las consumen sólo quienes pueden permitírselas, porque no son gratis. Cien galletas de barro cuestan 5 pesos haitianos (5 céntimos cada una) y el salario mínimo oficial del país es 1,80 por día (unos 12 céntimos la hora), de modo que se deben trabajar casi tres días para comprar cien de galletas de barro. Además hay que tener en cuenta que el desempleo afecta a las dos terceras partes de la población económicamente activa del país, gente que sobrevive como puede (o no puede) con trabajos esporádicos.
Es obligatorio que el pueblo trabajador argentino -como el de Brasil, Uruguay, Chile y Bolivia- exija el inmediato retiro de las tropas de ocupación.
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