jueves, 12 de junio de 2008

Rivalizan en la impotencia


El gobierno ha dado por concluida su confrontación con las entidades agrarias, pero es solamente un intento para disimular el agravamiento de la crisis. En primer lugar, porque numerosos piquetes agrarios continúan en las rutas y porque se mantiene el boicot al embarque de cereales, en especial para la exportación. Aparentemente, los chacareros sojeros no han vendido la cosecha con anticipación en los mercados de futuro (que tanto reclaman), sino que la han retenido hasta último momento, sólo para verse golpeados por el aumento de las retenciones. Su obstinación obedecería al rechazo a vender la cosecha por debajo de sus expectativas. Después, la crisis también se ha agravado porque los transportistas han continuado con su bloqueo de carreteras, alegando que su actividad sigue parada en tanto los sojeros no normalicen la actividad comercial. En tercer lugar, el desabastecimiento se ha acentuado, pero no solamente en los productos del campo, ya que el faltante de combustibles - tanto nafta como gas comprimido y gasoil- no cesa de crecer. Aquí no sólo interviene la perturbación del transporte y el caos en las rutas, sino que las compañías petroleras están afectando la provisión interna de naftas en beneficio de la exportación. Cuentan con la complicidad del gobierno, que alienta la suba del precio interno de los combustibles luego de los ingresos de Eskenazi y del grupo Pampa Holding -dos ‘burgueses reconstruidos'- a Repsol y Metrogas, respectivamente. A pesar de que el petróleo y las naftas han subido mucho más que la soja en el mercado internacional, la retención para estas últimas sigue en el 35 por ciento, lo que constituye un incentivo a la exportación y lleva al encarecimiento del mercado interno.
Brigadas
Políticamente, el gobierno se ha golpeado con su propio garrote. Luego de haber lanzado a los transportistas contra los sojeros, ahora se enfrenta a un bloqueo indefinido de los caminos por parte de los primeros, a quienes no les alcanza con el levantamiento de los piquetes por parte de las entidades patronales del agro, mucho menos cuando el desacuerdo con el levantamiento de las medidas de fuerza ha llevado a numerosos sectores de la patronal sojera a mantener los piquetes en diversos distritos. Propiciar desde el Estado el choque físico de un sector social contra otro -en este caso dos sectores patronales o propietarios- entraña un principio de desintegración del régimen político vigente y plantea una metodología de tipo fascistizante que ya se ha puesto en evidencia con los ataques patoteriles a los trabajadores del Hospital Francés, a los docentes de Neuquén y de Santa Cruz, a los estudiantes de la Fuba y a los obreros del subterráneo porteño.
Gato por liebreEl gobierno finge una serenidad que es proporcional a su desconcierto. La jornada del discurso en cadena de la Presidenta estuvo presidida por el rumor persistente de que anunciaría un megayacimiento de gas en Tierra del Fuego, al estilo de Lula. Al final produjo un verdadero mamarracho: el anuncio de viviendas, hospitales y rutas que no se encuentran presupuestadas y cuyo financiamiento depende de un fondo incierto, atado a la volatilidad de los precios internacionales. La Presidenta promete una revolución hospitalaria cuando toda su orientación, como la de quienes la precedieron, ha sido arancelizar los servicios y someterlos a todas las formas de privatización. Al día siguiente de la escenificación en cadena del apoyo de los grandes patrones, la fuga de dólares siguió sin mosquearse por la perspectiva de que el Banco Central continúe operando para bajar su cotización. Ninguna de las entidades patronales oficialistas quisieron pronunciarse en apoyo a los anuncios. El razonamiento de los evasores de divisas es simple: sin cereales no hay exportación; sin exportación no entrarán dólares por lo que el dólar volverá a subir. También suponen que la industria no tolerará por mucho tiempo la revalorización del peso, la cual dejaría fuera de juego, para dar un ejemplo, a la industria de autopartes que un reciente acuerdo con Brasil pretende revitalizar. En definitiva, la raquítica Bolsa porteña se hundió el martes 11, registrando un récord de venta de acciones. El Banco Central vende dólares a uno y tres meses a un precio inferior al actual, pero la acentuación de la crisis general podría incentivar a los especuladores que han comprado esos dólares a apostar a una devaluación del peso y obtener al final una enorme ganancia.
‘Madonna' Quirós
Los kirchneristas se entusiasman con la posibilidad de realizar un acto de masas en la capital de sus adversarios, Rosario. Es, sin embargo, una apuesta arriesgada, incluso si se empeñan a fondo en el uso de sus aparatos. No hay ningún movimiento popular de apoyo al gobierno, cuya cotización en las encuestas se está despeñando día a día, cuando sí lo hay en el campo adversario (como quedó probado el 25 de mayo pasado). Por otro lado, el gobierno está siendo perjudicado por la división creciente de la CGT y del pejotismo, en línea con la división de la clase capitalista por el problema del campo. Como además nunca hay dos sin tres, una movida oficial podría terminar a los garrotazos entre los ‘camioneros' y los ‘constructores'. La crisis ha cobrado un carácter abiertamente político con la división del pejotismo, al punto que una victoria de Reutemann en la interna santafesina podría ser el punto de partida de una conspiración para poner fin al mandato de la Presidenta.
Golpismo
El gobierno, desde el comienzo de la crisis, ha toreado a la patronal sojera para que declare sus intenciones golpistas, mientras por anticipado la denunciaba por alentar propósitos ‘destituyentes' (así funciona la hipocresía oficial). Las entidades agrarias no recogieron el guante, pero por esta razón: al no poder plantear un enfrentamiento de conjunto, han tenido que retroceder. El gobierno apostó en la pelea su propia sobrevivencia, lo que marca el impasse en que se encuentra. Apostó a que ningún otro sector patronal se cruzaría a la vereda del ‘campo' y aún menos el imperialismo en general y el gobierno Bush en particular. El frente agrario ha comenzado a dividirse ante la extensión en el tiempo de la parálisis económica, porque el sector agrofinanciero necesita ofrecer rendimientos a sus inversores y los monopolios de exportación necesitan embarcar granos. Pero el levantamiento de las medidas de fuerza del agro no ha reconstruido el equilibrio anterior ni creado uno nuevo. La crisis mundial, que se ha acentuado esta semana, impulsa las tendencias centrífugas dentro del país.
Para aportar un solo dato: en concepto de utilidades y de dividendos salieron de Brasil 300.000 millones de dólares en el último año, lo cual ha puesto en rojo la cuenta corriente de nuestros vecinos con el exterior.
Obreros a las cosas
La clase obrera no ha mostrado ninguna señal de intervención política a lo largo de esta prolongada crisis; existe en su seno una marcada desconfianza en ambos bandos. Ninguno de ellos, por otro lado, ha intentado movilizar al proletariado en su favor; el gobierno sigue con sus techos salariales, los sojeros no quieren ni oír hablar de las necesidades y reclamos de los obreros rurales. La tarea de movilizar a la clase obrera corresponde a los socialistas. La polarización entre dos bloques capitalistas ha frenado hasta un cierto punto la lucha económica de los trabajadores, por lo cual si prospera una tregua, incluso inestable, entre los dos sectores patronales, es probable que vuelvan a la superficie los reclamos obreros, en especial por el crecimiento de los precios de la canasta familiar. Pero incluso un cambio de escenario que favorezca la lucha de los trabajadores sería insuficiente para superar la falta de una iniciativa política. Por eso el Partido Obrero se empeñará todavía más en las próximas semanas en una campaña de agitación socialista frente a la crisis. Contra la desorganización nacional provocada por la pelea capitalista y la destrucción de las precarias condiciones de vida de los trabajadores, planteamos la nacionalización de la banca, el comercio exterior, la gran propiedad y el capital agrario y sus puertos privados. Por un congreso obrero y popular para discutir un plan económico y político que reorganice al país sobre nuevas bases sociales. Un acuerdo entre la patronal agraria y el gobierno sería un pacto que pagarían los trabajadores. En oposición al ‘diálogo' entre ambos grupos capitalistas reclamamos una discusión política nacional con la intervención de todas las clases sociales, en primer lugar de la clase obrera a partir de la deliberación de sus bases.
Siempre amanece
La crisis en curso es la manifestación del ingreso en una fase de transición política. Debemos aprovechar esta transición, que transcurrirá en medio de crisis y luchas crecientes, para impulsar la renovación política de la clase obrera: poner fin a la burocracia sindical, a la integración de los sindicatos al Estado, al seguidismo al nacionalismo y estructurar un proletariado políticamente independiente.

No hay comentarios: