jueves, 5 de junio de 2008

Alimentos y materias primas - Una gigantesca confiscación capitalista mundial


La pelea feroz entre la patronal agraria y el fisco nacional esconde una realidad que debería ser tomada como punto de partida para la caracterización de la crisis que crece en intensidad de día en día.
Confiscación
Antes que rivales en la disputa por el destino de los ingresos de la exportación de alimentos, el gobierno y la patronal agraria son socios de un gigantesco proceso de confiscación económica que afecta al conjunto de los trabajadores de todos los países. De acuerdo con el índice que elabora la FAO, el precio de las materias primas alimenticias ha subido un 150 por ciento entre 2002 y 2008, pero un 50 por ciento solamente desde 2006 y un 20 por ciento en el último año. Es decir que el aumento de los precios se ha ido acelerando, y lo ha hecho a un ritmo creciente que tampoco guarda ninguna proporción con la evolución de la oferta y la demanda de alimentos. "Estos desarrollos han ocurrido a pesar de las cosechas récord de granos en 2007" (Foreign Affairs, 28/5). El trigo, en tres años, subió un 100 por ciento; los granos gruesos (maíz, soja), un 90 por ciento. Como en ningún lugar del mundo los salarios se han aproximado siquiera a estos aumentos, es claro que asistimos a una confiscación sin precedentes de los ingresos de los trabajadores por parte de los capitalistas. En Argentina, este proceso confiscatorio ha enriquecido escandalosamente a los grandes capitales aplicados al negocio del campo (desde la producción de insumos hasta la exportación, pasando por la siembra, el mantenimiento y la cosecha) y también ha hecho viable el desarrollo de una patronal agraria media. Antes del inicio de este proceso confiscatorio, varios investigadores de los temas del campo habían creído detectar la defunción de los chacareros capitalistas (en los '90).
El aumento de los precios de los alimentos explica la mayor parte de la inflación, que se ha estado comiendo los salarios y las jubilaciones en los últimos meses. Pero este boom de precios también ha beneficiado a los tenedores de títulos públicos, porque incrementó la recaudación para el pago de la deuda externa, y lo mismo ocurrió con el conjunto de los capitalistas que recibieron en el quinquenio kirchnerista una suma de subsidios sin precedentes. Entre el pago de la deuda y los subsidios a los capitalistas, el fisco se ‘rifó' la totalidad del excedente que ha dejado el aumento sideral del precio de los alimentos. La burguesía nacional de los Techint y compañía se ha quedado con una parte de la plusvalía generada por el alza del precio de los alimentos.
Cuando la ‘izquierda' del campo apoya el reclamo de que se reduzcan las retenciones móviles está planteando una acentuación de la confiscación económica de los trabajadores. La rebaja de las retenciones la paga el consumidor con mayores precios en el mercado interno. Lo mismo ocurre con la ‘izquierda' que apoya al gobierno, porque destinar el fruto del trabajo agrario a pagar a los usureros internacionales y a la ‘burguesía nacional y popular', no es otra cosa que confiscar a los trabajadores en favor de los capitalistas. Pero el proceso de confiscación tiene un carácter más general, porque la inflación que el gobierno quiere controlar con las retenciones reaparece por el lado de las importaciones, cuyos precios suben por el incremento de los precios de las materias primas que se emplean para su elaboración.Es claro que no importa la posición que prevalezca, sea el ‘campo' o el gobierno, o el punto de intermedio que puedan alcanzar, porque sus planteos acentuarán la inflación de precios y la confiscación que esto representa para los trabajadores. Las dudas sobre la capacidad del gobierno para pagar la deuda externa, que depende de las retenciones, ya ha provocado una caída de los títulos del Estado y un alza de las tasas de interés. Esto podrá provocar una recesión y despidos.
Especulación financiera
Pero en los últimos meses, la situación en el plano mundial se ha agravado considerablemente. Una investigación del Comité de Seguridad Interior del Congreso de los Estados Unidos ha llegado a la conclusión de que la suba en el precio de las materias, en especial del petróleo, ha sido producida por la especulación internacional. "De acuerdo con el informe, en los últimos cinco años estas inversiones en índices (de materias primas) generaron la compra de 848 millones de barriles de petróleo, es decir casi lo mismo que demandó China para sostener su crecimiento (cada una de estas compras ‘virtuales' genera como contrapartida la creación de un stock)" (Cronista, 3/6). El alza de los precios no obedece a "una crisis de oferta", insiste el informe: "no falta crudo en los oleoductos y hay suficientes alimentos en las góndolas de los supermercados". Sin embargo, el Comité rechazó el planteo de intervenir o regular los mercados especulativos con el argumento de que las operaciones continuarían de cualquier modo, pero en negro. Entre 2003 y 2008, la inversión en índices vinculados con el negocio de materias primas creció veinte veces -de 13 mil a 260 mil millones. Esta ‘demanda' ha disparado el precio de las materias primas, en especial del petróleo ¿Hay que destinar esta enorme plusvalía generada por la especulación internacional a reforzar la acumulación de capital agrario o los recursos oficiales destinados al pago de la eterna deuda externa? Señalemos que los fondos de inversiones que organizan pools de siembras intervienen también como especuladores en los mercados de futuros decidiendo el precio de las materias primas. Fijan el precio de su propia producción. La expoliación capitalista forma un circuito cerrado.
Cada vez son mayores las evidencias de que esta especulación es parte de la crisis capitalista internacional, que ya ha llevado a la quiebra a bancos importantes. Ocurre que la Reserva Federal ha salido al rescate de los bancos con problemas, entregándoles bonos del Tesoro norteamericano a cambio de los títulos hipotecarios que los bancos no pueden vender o cobrar. Los bancos han vendido esos bonos del Tesoro e invertido el dinero en los mercados de índices de materias primas, con la finalidad de compensar con estas operaciones las enormes pérdidas provocadas por la caída del mercado hipotecario de vivienda. La Reserva Federal acaba de anunciar nuevos rescates para los próximos meses por más de 200 mil millones de dólares. El impacto de la inversión de estas sumas en el mercado de materias primas es incluso imposible de medir, porque es suficiente con poner el 6% en efectivo para concretar una operación. O sea que la relación de fondos propios con la inversión es de 1 sobre 17. En este negocio intervienen los grandes fondos de pensiones, que tienen acumulados cuantiosos aportes de los trabajadores. Muchos advierten que si la especulación con materias primas se hunde, los bancos asociados con ella acabarán en la quiebra; mientras tanto, los precios de los alimentos están por las nubes. El incremento del precio del petróleo por sí solo desata una inflación generalizada por su efecto en los precios de los insumos agropecuarios que se elaboran a partir de él.
A la situación descripta se añaden los subsidios que se otorgan para la producción de combustibles a partir de cereales y las tarifas proteccionistas correspondientes. Los biocombustibles desvían 100 millones de toneladas anuales (equivalente a toda la producción argentina) del consumo humano. En la reciente conferencia mundial sobre alimentos en Roma, la Unión Europea, Brasil y Estados Unidos ratificaron su alianza estratégica para seguir con la producción de biocombustibles. Les han importado un bledo las advertencias de los institutos de ciencia más reconocidos de que "la aplicación de fertilizantes nitrogenados en el maíz (para etanol) y en semillas europeas para biodiesel obtenido a partir del aceite vegetal, va a producir niveles tan altos de óxido de nitrato - el cual es 296 veces más dañino como efecto invernadero que el dióxido de carbono - que tendrá un efecto negativo neto mayor sobre el calentamiento global (que el propio uso del petróleo)" (Foreign Affairs).
Salida anticapitalista
Está claro por todo lo dicho que asistimos a una catástrofe alimentaria internacional de carácter capitalista, estrictamente relacionada con la crisis mundial. Para atacar la crisis hay que atacar al capital. No es salida para los trabajadores escoger entre intereses, polos o planteos capitalistas. La nacionalización de los bancos, de los grandes pulpos alimentarios y de los pulpos petroleros emerge como una necesidad social general de los trabajadores para hacer frente a esta crisis. Es necesario desarrollar una construcción política en función de este programa y de ningún modo dislocar las reservas obreras que están a disposición entre alternativas o variantes capitalistas.

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