Barak Obama no necesitó esperar la Convención partidaria para ganar la candidatura presidencial demócrata: derrotó a la aparentemente imbatible maquinaria electoral de los Clinton recurriendo a una movilización política sin precedentes en los últimos años. Masas de jóvenes universitarios y de votantes negros se inscribieron para votar por él en las internas. La afluencia de votantes en las internas demócratas duplicó (y en algunos casos hasta triplicó) a los votantes de las internas republicanas. El acto donde se proclamó candidato reunió 17 mil personas. En el curso de la campaña, realizó una docena de actos con 20.000 asistentes y otras dos docenas en las que participaron hasta 10.000. En Portland, reunió 75.000 personas.
Candidato del "establishment"
Obama ha recibido el apoyo de los Zbigniew Brzezinsky, Dennis Ross, Francis Fukuyama y Edward Kennedy y de los dirigentes del Consejo de Relaciones Exteriores. Obama es el hombre al que un sector del imperialismo (y no sólo en Estados Unidos) asigna la tarea de superar la crisis del régimen político creada por el fracaso del gobierno de Bush y por la propia crisis económica.
Charles Kupchan y Ray Takeyh, dos especialistas del Consejo de Relaciones Exteriores, han explicado: "Después de ocho años en los cuales en Washington prevaleció una peligrosa mentalidad de bunker, la intención de Obama de abrirse al diálogo con amigos y enemigos ofrece la mejor esperanza de devolver un orden al tremendo desorden que el gobierno de Bush dejará tras de sí" (Corriere della Sera, 25/5).
Garrote y zanahoria
Sus pronunciamientos sobre política exterior son ilustrativos.
Obama no tiene divergencias con McCain a la hora de definir a los "amigos" y a los "enemigos". Entre los primeros cita a Israel, Egipto, México, Colombia y Lula; entre los segundos, a Irán, Hamas, Hezbollah, Siria, Chávez, Evo Morales y el gobierno cubano.Tampoco tiene divergencias con el candidato republicano sobre cómo tratarán a los "amigos". Apoya política y militarmente a Israel y defiende las colonias sionistas en los territorios palestinos. Ambos candidatos respaldan la continuidad del criminal "plan Colombia" e, incluso, la violación de la soberanía territorial de Ecuador y Venezuela con la excusa del "combate a las Farc".
Obama tampoco discrepa con McCain en lo que pretenden de sus "enemigos": el fin del proyecto atómico de Irán, la "democratización" de Cuba, la "neutralización" de Chávez.Las divergencias, sin embargo, son también estridentes.
McCain rechaza cualquier trato diplomático con los "enemigos"... hasta que se rindan. Su política frente a Cuba es ilustrativa: mantendrá el embargo hasta que La Habana libere a los presos políticos, legalice a los partidos y sindicatos, tenga una "prensa libre" y convoque elecciones "multipartidarias" bajo el control de observadores externos. Más aún, anunció que juzgará penalmente a los funcionarios cubanos, "empezando por los hermanos Castro", por asesinato y narcotráfico.
Obama también exhibe un garrote. Defiende el mantenimiento del embargo contra Cuba y el "plan Colombia" y hasta propone lanzar un "plan" similar en México. Pero a esto le agrega un módica "zanahoria". Ofrece "negociar sin precondiciones" con "los enemigos". Pone como ejemplo a Nixon y Kissinger, que llegaron a acuerdos estratégicos con Mao. Respecto de Cuba, anunció que está dispuesto a "iniciar negociaciones" si el régimen castrista libera a los presos políticos.
"Las palabras más duras de Obama", según el corresponsal de La Nación en Estados Unidos, fueron para Chávez, quien debe enfrentar elecciones municipales en noviembre, en el mismo momento en que se estará votando en Estados Unidos. Obama actúa como un agitador de la oposición escuálida.
Obama fue ovacionado en la Fundación Cubano-Americana, el centro de la gusanería de Miami, cuando anunció que eliminaría, sin condiciones, las trabas impuestas por Bush a los viajes de los cubanos residentes en Estados Unidos a la isla y a las remesas de dinero de los exiliados. Obama invitó al exilio cubano a tomar parte en las negociaciones con el gobierno de Raúl Castro. Parece haber ganado para su causa a una parte del exilio: Joe García, antiguo director de la Fundación Cubano-Americana, enfatizó que "una mayoría de cubano-americanos favorecen una ruptura del actual y fracasado status quo" (ídem).
También fue ovacionado por los miembros de la Aipac (el principal lobby sionista de los Estados Unidos), reunidos en Nueva York, cuando dijo que impediría el desarrollo nuclear iraní y cuando defendió que Jerusalén continúe bajo la dominación de Israel. "Se metió en el bolsillo un auditorio teóricamente hostil", sintetizó El País (8/6).
‘Obama viene a poner orden', dicen quienes lo respaldan. En boca de voceros imperialistas, el "orden" es siempre una consigna reaccionaria. La peculiaridad de la situación es que, para llegar al "orden", una parte del "establishment" imperialista sostiene que se debe recurrir a un negro centroizquierdista.
Candidato del "establishment"
Obama ha recibido el apoyo de los Zbigniew Brzezinsky, Dennis Ross, Francis Fukuyama y Edward Kennedy y de los dirigentes del Consejo de Relaciones Exteriores. Obama es el hombre al que un sector del imperialismo (y no sólo en Estados Unidos) asigna la tarea de superar la crisis del régimen político creada por el fracaso del gobierno de Bush y por la propia crisis económica.
Charles Kupchan y Ray Takeyh, dos especialistas del Consejo de Relaciones Exteriores, han explicado: "Después de ocho años en los cuales en Washington prevaleció una peligrosa mentalidad de bunker, la intención de Obama de abrirse al diálogo con amigos y enemigos ofrece la mejor esperanza de devolver un orden al tremendo desorden que el gobierno de Bush dejará tras de sí" (Corriere della Sera, 25/5).
Garrote y zanahoria
Sus pronunciamientos sobre política exterior son ilustrativos.
Obama no tiene divergencias con McCain a la hora de definir a los "amigos" y a los "enemigos". Entre los primeros cita a Israel, Egipto, México, Colombia y Lula; entre los segundos, a Irán, Hamas, Hezbollah, Siria, Chávez, Evo Morales y el gobierno cubano.Tampoco tiene divergencias con el candidato republicano sobre cómo tratarán a los "amigos". Apoya política y militarmente a Israel y defiende las colonias sionistas en los territorios palestinos. Ambos candidatos respaldan la continuidad del criminal "plan Colombia" e, incluso, la violación de la soberanía territorial de Ecuador y Venezuela con la excusa del "combate a las Farc".
Obama tampoco discrepa con McCain en lo que pretenden de sus "enemigos": el fin del proyecto atómico de Irán, la "democratización" de Cuba, la "neutralización" de Chávez.Las divergencias, sin embargo, son también estridentes.
McCain rechaza cualquier trato diplomático con los "enemigos"... hasta que se rindan. Su política frente a Cuba es ilustrativa: mantendrá el embargo hasta que La Habana libere a los presos políticos, legalice a los partidos y sindicatos, tenga una "prensa libre" y convoque elecciones "multipartidarias" bajo el control de observadores externos. Más aún, anunció que juzgará penalmente a los funcionarios cubanos, "empezando por los hermanos Castro", por asesinato y narcotráfico.
Obama también exhibe un garrote. Defiende el mantenimiento del embargo contra Cuba y el "plan Colombia" y hasta propone lanzar un "plan" similar en México. Pero a esto le agrega un módica "zanahoria". Ofrece "negociar sin precondiciones" con "los enemigos". Pone como ejemplo a Nixon y Kissinger, que llegaron a acuerdos estratégicos con Mao. Respecto de Cuba, anunció que está dispuesto a "iniciar negociaciones" si el régimen castrista libera a los presos políticos.
"Las palabras más duras de Obama", según el corresponsal de La Nación en Estados Unidos, fueron para Chávez, quien debe enfrentar elecciones municipales en noviembre, en el mismo momento en que se estará votando en Estados Unidos. Obama actúa como un agitador de la oposición escuálida.
Obama fue ovacionado en la Fundación Cubano-Americana, el centro de la gusanería de Miami, cuando anunció que eliminaría, sin condiciones, las trabas impuestas por Bush a los viajes de los cubanos residentes en Estados Unidos a la isla y a las remesas de dinero de los exiliados. Obama invitó al exilio cubano a tomar parte en las negociaciones con el gobierno de Raúl Castro. Parece haber ganado para su causa a una parte del exilio: Joe García, antiguo director de la Fundación Cubano-Americana, enfatizó que "una mayoría de cubano-americanos favorecen una ruptura del actual y fracasado status quo" (ídem).
También fue ovacionado por los miembros de la Aipac (el principal lobby sionista de los Estados Unidos), reunidos en Nueva York, cuando dijo que impediría el desarrollo nuclear iraní y cuando defendió que Jerusalén continúe bajo la dominación de Israel. "Se metió en el bolsillo un auditorio teóricamente hostil", sintetizó El País (8/6).
‘Obama viene a poner orden', dicen quienes lo respaldan. En boca de voceros imperialistas, el "orden" es siempre una consigna reaccionaria. La peculiaridad de la situación es que, para llegar al "orden", una parte del "establishment" imperialista sostiene que se debe recurrir a un negro centroizquierdista.
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