Néstor Kirchner insiste en advertir a los patrones contra los despidos.
Pero él sabe que los patrones siguen despidiendo.
Según estimaciones privadas, la desocupación ha crecido un 30 por ciento entre los trabajadores que se encuentran en negro o bajo contrato precario.
También hay despidos en la gran industria, aunque aquí todavía predominan las suspensiones y la reducción de la jornada de trabajo y de los salarios.
En Siderar, el horario laboral se ha reducido a la mitad (dos semanas al mes) y en dos terceras partes si se tienen en cuenta las horas extras.
Como consecuencia de esto, un trabajador de la gran industria pasará a ganar por debajo de la línea de pobreza.
La asistencia a los comedores comunitarios o barriales ha aumentado considerablemente: más niños no tienen para comer.
Una parte de la clase media asalariada ha ido a parar a las villas y a los comedores como consecuencia de la falta de trabajo y de la carestía de los alquileres.
Pero Kirchner sigue asegurando que Argentina "está bien parada".
Puras mentiras: Techint introdujo una cláusula de condicionalidad en el acuerdo en Siderar, que la exime de los compromisos que ha firmado si el mercado del acero sigue cayendo.
A pesar de la grave situación de los trabajadores, la burocracia de la UOM se ha declarado ‘tranquila' con los acuerdos de reducción del trabajo y de los salarios, y Moyano festeja al gobierno junto al rey de España, de Telefónica, de Repsol y de Aerolíneas.
En realidad, al aceptar las rebajas salariales en la gran industria, la burocracia ha renunciado a las paritarias que comienzan en marzo.
En medio de la crisis ha elegido posar de florero.
Por todo esto, en lugar de ver a los trabajadores copando las calles para que la crisis la paguen los capitalistas, vemos a los sojeros y a sus políticos reclamando que se deroguen las retenciones a las exportaciones agrarias.
Es el mundo al revés: en lugar de pelear contra el recontra-super-tarifazo, Moyano fue a lucir corbata con Edesur, Natural Gas y Telefónica en Madrid.
Seamos concientes de lo siguiente: el FMI acaba de pronosticar 50 millones de despidos en 2009 a nivel mundial; tres millones en América Latina -o sea, cerca de un millón en Argentina (pero, como sabemos, los pronósticos, últimamente, se quedan cortos).
Las suspensiones y los despidos no son solamente malos: ¡no son una salida! ¡agravan la espiral descendente de la crisis!
Pero los Kirchner no lo ven así, y menos aún los políticos sojeros: con canjes de deuda externa e interna están allanando el camino para un acuerdo con el FMI.
La política del FMI es congelar sueldos y salarios, para que el capital se reconstituya de la crisis mediante la "reducción de los costos".
Pero esto también es no solamente malo; simplemente no sirve porque el FMI se ha quedado sin plata para socorrer a nadie. Se ha gastado los cartuchos en el ‘salvataje' de Europa oriental, mientras la lista de los ‘accidentados' crece con furia.
O sea: nada por aquí, nada por allá.
¿Por dónde está entonces la salida?
Por mantener las fuentes de trabajo y los salarios; elevar los subsidios a los sin trabajo, con un mínimo de 500 pesos; y encuadrar a la industria en un plan de producción, bajo control obrero, que satisfaga los objetivos de un plan de reactivación y desarrollo, incluso mediante la nacionalización sin compensación.
Para financiar este plan y para asegurarnos que los capitalistas no continúen retirando dinero del país es necesario nacionalizar los bancos y los monopolios del comercio exterior.
En estas condiciones, debemos reclamarles a los sindicatos a que no vengan con propuestas de acuerdos truchos, contrarios a los intereses más elementales de los trabajadores, sino que convoquen a asambleas y plenarios de delegados con mandato, para ir a un plan de lucha por estos objetivos.
Hagamos conciente esto: la crisis capitalista es enorme e imparable.
Nosotros no debemos pagarla.
Entonces, manos a la obra.
domingo, 15 de febrero de 2009
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