La movilización unitaria, que fue reprimida con ferocidad en Plaza de Mayo hasta más allá de la 9 de Julio, había comenzado temprano con la lectura frente al Congreso de un documento político firmado por más de 20 organizaciones, cuyo eje era la delimitación política de ambos bandos: el de la ‘patria sojera'-el ‘campo' y el del gobierno. Dice, en uno de sus párrafos principales, que "El ‘triunfo' de cualquiera de los bandos, al igual que un arreglo intermedio, entrañará más inflación, menos presupuesto para salud y educación, para viviendas populares, para todos los derechos universales del pueblo. Las ‘compensaciones' al capital las pagamos con privaciones. La inflación es anterior a este conflicto que la agravó, ahora, los monopolios petroleros y de todo orden ejercen la liberación de precios y tarifas con el amparo del gobierno, incluidos los transportes que día a día aumentan en distintos lugares del país. En la Argentina de hoy de lo que se trata es de una salida al pueblo trabajador, no de la tasa de retenciones a un sector." Sobre esta base política planteaba una nueva lucha por puestos de trabajo, un seguro al desocupado de 650 pesos, pase a planta permanente de los Jefas y Jefes, aumento salarial y un 82% móvil. Defiende a los comedores escolares y plantea el acceso a los servicios básicos y a las garrafas para los desocupados.
El documento fue la conclusión de muchas horas de debate. La izquierda "chacarera" pretendió canalizar los reclamos contra el hambre atrás del movimiento de la patronal sojera, con la absurda pretensión de que el incremento de las ganancias del capital agrario mejoraría la alimentación de los sectores populares. Esta izquierda patronal se plantó en una ‘posición de principios': el rechazo a cualquier pronunciamiento que reivindicara la independencia de clase frente a los explotadores de amos bandos. La mayoría del movimiento piquetero, incluso con matices de diferenciación, se manifestó en oposición a ambos polos capitalistas como condición para luchar contra el hambre.
Más allá de las organizaciones de desocupados y de los barrios, habían comprometido su presencia en la Plaza, para participar en el conjunto de las actividades previstas, los obreros del Subte y Ecotrans, los Suteba combativos, los compañeros de Inta Castelar, los estudiantes que ocupan el Nacional Buenos Aires, la Fuba. Después de manifestarnos frente al Congreso marchamos hacia la Plaza de Mayo. En el camino fuimos detenidos durante varias horas.
Al llegar a la Plaza, una delegación se acercó a la Casa Rosada a pedir una reunión, la cual nos fue denegada por medio de una copia entregada a través de la valla, como para demostrar que el respeto que la familia gobernante y sus mayordomos tienen por la ‘abundancia' no abunda a la hora de tratar a los que pelean contra las carencias. La respuesta de una asamblea general de los compañeros de todos los movimientos ante semejante muestra de generosidad fue votar, a mano alzada, instalar un acampe de 24 horas para hacer escuchar nuestra voz en todo el país.
Menos de una hora después, empezaba la feroz represión y la cacería de la Guardia de Infantería de la Policía Federal para evitar que entrara a terciar un reclamo obrero en el panorama político nacional.
Una respuesta firme
Mientras todavía estábamos reagrupándonos luego de la represión y persecución, el conjunto de las organizaciones convocantes hicimos una conferencia de prensa en el Hotel Bauen, cubierta por todos los medios de comunicación, en la cual convocamos para el martes 8 a una nueva movilización a Plaza de Mayo en respuesta a la represión y por el desprocesamiento de todos los compañeros.
Desde el aguante para que salgan los compañeros en la Comisaría 2ª, se fueron sumando más corrientes políticas al repudio.
En la movilización del 8 se agruparon más de 50 organizaciones políticas y reivindicativas, destacándose, aparte de los que ya estaban comprometidas para el acampe, la Junta Interna de ATE del Indec, ATE Sur, Sindicato Ceramista de Neuquén, el Espacio de Memoria Verdad y Justicia representado por Adriana Calvo, de la Asociación de Ex Detenidos y Desaparecidos, el Hospital Francés y el Cicop-González Catán. En una Plaza de Mayo con casi 10 mil compañeros se volvió a leer el documento de convocatoria independiente, ahora con los ojos de todo el país sobre nosotros. Los arrebatos de la camarilla podrida del kirchnerismo le han dado un nuevo marco al impulso de una iniciativa de lucha independiente de la clase obrera.
La crisis de un régimen
La represión puso en evidencia que la Policía y Aníbal Fernández tienen más autoridad que la Presidenta de la Nación, quien el 16 de junio pasado, en un acto de su partido en el mismo lugar, había dicho que "la Plaza era de todos". El ex ministro del Interior y ahora de Seguridad, pero siempre en su calidad de jefe de los espías y alcahuete político, volvió a encabezar una provocación (como las de 2005, cuando había decretado que más allá de la 9 de Julio era tierra vedada para los luchadores) que puso al gobierno bajo la peor luz posible: complaciente con los piquetes de las 4x4, criminal con los de las camisas rotas. Hace un mes, Fouché-Fernández (por aquel ministro de la represión en Francia que sirvió a republicanos y a monárquicos como ahora Aníbal a Duhalde y a los Kirchner, siempre que hubiera una represión o alcahuetería a ejecutar) se había esmerado en resaltar que la única violencia que había ejercido la Gendarmería, cuando detuvo a De Angeli en Gualeguaychú fue haber dejado al descubierto una panza impresentable; pero ahora no reparó en ordenar el castigo violento, en especial contra las mujeres, y un despliegue policial en formación de guerra. En el prontuario del ministro de Seguridad figuran varias negativas a investigar los atentados que sufriera el local central del Partido Obrero. A este individuo ni le importa que pueda ser sospechado de cómplice.
¿Qué ha pretendido el gobierno con la represión de este ex puntero quilmeño? Sencillamente, evitar que los sectores explotados se cuelen por las brechas del conflicto inter-patronal y tomen nuevas fuerzas, en especial cuando las mediocridades oficiales suponen que luego de la votación en Diputados, el conflicto por las retenciones está resuelto. No quieren que el clasismo levante fuerzas, como lo prueban las provocaciones contra el Subte y Ecotrans, y la represión sistemática y brutal contra los trabajadores del Casino y de Mafissa. Es claro que la imbecilidad de este gobierno no tiene límites, y nunca hay una represión más encarnizada que aquélla que dirigen los imbéciles.
El documento fue la conclusión de muchas horas de debate. La izquierda "chacarera" pretendió canalizar los reclamos contra el hambre atrás del movimiento de la patronal sojera, con la absurda pretensión de que el incremento de las ganancias del capital agrario mejoraría la alimentación de los sectores populares. Esta izquierda patronal se plantó en una ‘posición de principios': el rechazo a cualquier pronunciamiento que reivindicara la independencia de clase frente a los explotadores de amos bandos. La mayoría del movimiento piquetero, incluso con matices de diferenciación, se manifestó en oposición a ambos polos capitalistas como condición para luchar contra el hambre.
Más allá de las organizaciones de desocupados y de los barrios, habían comprometido su presencia en la Plaza, para participar en el conjunto de las actividades previstas, los obreros del Subte y Ecotrans, los Suteba combativos, los compañeros de Inta Castelar, los estudiantes que ocupan el Nacional Buenos Aires, la Fuba. Después de manifestarnos frente al Congreso marchamos hacia la Plaza de Mayo. En el camino fuimos detenidos durante varias horas.
Al llegar a la Plaza, una delegación se acercó a la Casa Rosada a pedir una reunión, la cual nos fue denegada por medio de una copia entregada a través de la valla, como para demostrar que el respeto que la familia gobernante y sus mayordomos tienen por la ‘abundancia' no abunda a la hora de tratar a los que pelean contra las carencias. La respuesta de una asamblea general de los compañeros de todos los movimientos ante semejante muestra de generosidad fue votar, a mano alzada, instalar un acampe de 24 horas para hacer escuchar nuestra voz en todo el país.
Menos de una hora después, empezaba la feroz represión y la cacería de la Guardia de Infantería de la Policía Federal para evitar que entrara a terciar un reclamo obrero en el panorama político nacional.
Una respuesta firme
Mientras todavía estábamos reagrupándonos luego de la represión y persecución, el conjunto de las organizaciones convocantes hicimos una conferencia de prensa en el Hotel Bauen, cubierta por todos los medios de comunicación, en la cual convocamos para el martes 8 a una nueva movilización a Plaza de Mayo en respuesta a la represión y por el desprocesamiento de todos los compañeros.
Desde el aguante para que salgan los compañeros en la Comisaría 2ª, se fueron sumando más corrientes políticas al repudio.
En la movilización del 8 se agruparon más de 50 organizaciones políticas y reivindicativas, destacándose, aparte de los que ya estaban comprometidas para el acampe, la Junta Interna de ATE del Indec, ATE Sur, Sindicato Ceramista de Neuquén, el Espacio de Memoria Verdad y Justicia representado por Adriana Calvo, de la Asociación de Ex Detenidos y Desaparecidos, el Hospital Francés y el Cicop-González Catán. En una Plaza de Mayo con casi 10 mil compañeros se volvió a leer el documento de convocatoria independiente, ahora con los ojos de todo el país sobre nosotros. Los arrebatos de la camarilla podrida del kirchnerismo le han dado un nuevo marco al impulso de una iniciativa de lucha independiente de la clase obrera.
La crisis de un régimen
La represión puso en evidencia que la Policía y Aníbal Fernández tienen más autoridad que la Presidenta de la Nación, quien el 16 de junio pasado, en un acto de su partido en el mismo lugar, había dicho que "la Plaza era de todos". El ex ministro del Interior y ahora de Seguridad, pero siempre en su calidad de jefe de los espías y alcahuete político, volvió a encabezar una provocación (como las de 2005, cuando había decretado que más allá de la 9 de Julio era tierra vedada para los luchadores) que puso al gobierno bajo la peor luz posible: complaciente con los piquetes de las 4x4, criminal con los de las camisas rotas. Hace un mes, Fouché-Fernández (por aquel ministro de la represión en Francia que sirvió a republicanos y a monárquicos como ahora Aníbal a Duhalde y a los Kirchner, siempre que hubiera una represión o alcahuetería a ejecutar) se había esmerado en resaltar que la única violencia que había ejercido la Gendarmería, cuando detuvo a De Angeli en Gualeguaychú fue haber dejado al descubierto una panza impresentable; pero ahora no reparó en ordenar el castigo violento, en especial contra las mujeres, y un despliegue policial en formación de guerra. En el prontuario del ministro de Seguridad figuran varias negativas a investigar los atentados que sufriera el local central del Partido Obrero. A este individuo ni le importa que pueda ser sospechado de cómplice.
¿Qué ha pretendido el gobierno con la represión de este ex puntero quilmeño? Sencillamente, evitar que los sectores explotados se cuelen por las brechas del conflicto inter-patronal y tomen nuevas fuerzas, en especial cuando las mediocridades oficiales suponen que luego de la votación en Diputados, el conflicto por las retenciones está resuelto. No quieren que el clasismo levante fuerzas, como lo prueban las provocaciones contra el Subte y Ecotrans, y la represión sistemática y brutal contra los trabajadores del Casino y de Mafissa. Es claro que la imbecilidad de este gobierno no tiene límites, y nunca hay una represión más encarnizada que aquélla que dirigen los imbéciles.
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